Sonó el timbre y un comercial de una empresa de publicaciones ofreció a nuestra asociada dos colecciones: una sobre el patrimonio mundial de la humanidad y otra sobre los pueblos y razas del mundo. Además, junto a ello le ofreció como regalo una videocámara, un aspirador y una batidora. El precio total era de dos mil euros y la socia de Irache aceptó.
A los días llegó el pedido contratado. El empleado le dio para firmar un papel que la afectada entendió que era un documento que certificaba haber recibido lo contratado, tal y como le hizo entender el técnico de la empresa. Al abrir los paquetes, la asociada se dio cuenta de que había más de lo firmado y cuando llegó el contrato pudo comprobar sus sospechas al recibir una factura con dos colecciones más y varios regalos añadidos que ascendían el precio a cuatro mil euros. Sorprendida y preocupada por la factura, acudió a Irache donde se reclamó que se hiciese efectivo sólo el primer contrato, ya que en el segundo se había incurrido en una falta de información al consumidor. La empresa admitió su error y accedió a esta solicitud.