Una pareja iba a montar el salón de su nueva casa y lo encargó a un comercio especializado en mobiliario. El presupuesto acordado era de 2.300 euros e incluía la instalación. Antes de proceder al montaje, les dijeron que les iban a cobrar una fianza de 300 euros solo por si las medidas que la pareja había dado no eran correctas y había que hacer modificaciones.
Los instaladores hicieron las mediciones correspondientes y les confirmaron que todo era correcto. Sin embargo, el comercio no devolvía los 300 euros. Dieron varias excusas: que faltaba una pieza de un estante, que el comercial había calculado más una de las partes… Como el comercio, pasados tres meses, no instalaba el salón porque la pareja no aceptaba que se quedasen con los 300 euros, buscaron la instalación por su cuenta. Costó 840 euros. Acudieron a Irache, desde donde se reclamó el pago, al que tuvo que hacer frente el comercio inmobiliario.
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