
La Asociación de Consumidores de Navarra Irache advierte sobre la política de precios dinámicos que se está generalizando en muchas empresas y sectores en sus ventas por internet. De esta manera, el precio a pagar por un producto o servicio se convierte en un dato flexible que va cambiando continuamente en función de diversas circunstancias ajenas al consumidor, lo que le deja desprotegido.
El concierto cuesta 50 euros más unas horas después, el vuelo se encarece en un cuarto de hora…
Los precios dinámicos se ven ya en la industria musical y del entretenimiento, los viajes, el transporte, la energía, la hostelería y muchos otros productos. Así se han dado muchas situaciones en los que el precio ha cambiado en un corto periodo de tiempo sin que el consumidor sepa por qué: unas personas vieron cómo el precio de las entradas para el concierto en el mismo lugar se habían encarecido 50 euros en solo unas horas; una pareja que preparaba un viaje volvió quince después a la web y su vuelo ya se había encarecido cuarenta euros; un grupo de amigos pagó ochenta euros por comensal en un restaurante y vieron cómo al día siguiente la oferta había bajado a los setenta euros; una consumidora esperó unas horas para comprar una freidora y pagó veinte euros más por ella…
Hay otros ejemplos más globales que también ilustran qué son los precios dinámicos: un estudio sobre precios de vuelos mostró que los billetes de avión pueden cambiar de precio hasta 17 veces al día en algunas plataformas; durante la final de fútbol americano, usuarios de Uber denunciaron aumentos de hasta cinco veces el precio normal debido a la alta demanda; un estudio encontró que el precio de un disco duro en una conocida plataforma pasó de 85 a 125 euros en cuestión de horas y luego bajó de nuevo, dependiendo del tráfico en la página; en la gira del grupo británico Oasis a los escenarios, unas entradas que salieron a un precio de 178 euros llegaron a venderse por más de 3.000 euros.
Precios que marca la demanda, el mercado u otras variables
Generalmente, se vincula el cambio de precios a la demanda de los servicios; cuanta más gente quiere contratarlos, más caros son. Otras veces, los precios pueden subir porque escasea el producto o bajar porque, por ejemplo, el comercio tiene excedente de él y se lo quiere quitar de las manos. En otras ocasiones, las razones que provocan el cambio de precios no están tan claras y pueden deberse a situaciones internas de la empresa, estrategias comerciales o cualquier otra circunstancia como la situación puntual del mercado o la competencia.
Incluso en ocasiones parece que los cambios de precios los fijan algoritmos que calibran toda una serie de variables en tiempo real y van determinando el precio que creen más adecuado para cada momento concreto. También parece que se están implementado estrategias de precios personalizados, de tal manera que por un mismo producto o servicio a una persona le cobren más y a otra menos, por su género, sus gustos, el lugar donde vive…
Sin transparencia
En cualquiera de los casos, no se facilita una información lo suficientemente transparente para que el consumidor pueda saber con qué criterios y datos concretos la empresa ha encarecido o rebajado el precio. De esta manera, el consumidor se encuentra totalmente desprotegido y no sabe si el precio que le ofrecen ahora por un producto va a ser el mismo que el que va a tener una hora después.
Perjudicial para el consumidor
Si bien los consumidores pueden aprovechar este contexto para conseguir mejores precios (herramientas de comparación de precios, alertas, horarios estratégicos…), en general los precios dinámicos son perjudiciales para los consumidores por varias razones: impiden al consumidor comparar precios y elegir la opción más conveniente; generan inseguridad porque no permiten conocer con rigor por qué cambia el precio o prever cuándo puede subir el coste de un servicio; generalmente están conllevando subidas de precios; se puede estar haciendo un uso inadecuado de datos personales para fijar precios o incluso caer en prácticas discriminatorias.
El desarrollo de la inteligencia artificial y la dinámica del mercado permite presumir que estas estrategias de precios dinámicos pueden ir a más. Por todo ello, Irache cree que hay que regular estas prácticas con los siguientes objetivos:
- Que el precio que se ofrece al consumidor no pueda cambiar, al menos, hasta que este no concluya el proceso de compra o salga de la página web.
- Que en ciertos servicios se exija una estabilidad mínima de los precios, de tal manera que durante un intervalo temporal este no pueda cambiar.
- Que en el caso de que haya precios dinámicos, se informe de su existencia al consumidor para que éste sepa cada cuánto tiempo puede variar el coste.
- Que en el caso de que haya precios dinámicos, que se expliquen detenidamente los criterios que se utilizan para fijarlos y que se ofrezca al consumidor el acceso a estos datos.
- Que se implementen medidas de inspección para garantizar que no se usan datos personales de los consumidores de forma irregular para fijar los precios y no se dan prácticas discriminatorias.