Una asociada, que sufre un problema de audición, acudió a un comercio en el que le vendieron dos audífonos por cinco mil euros. En la tienda le aseguraron que con estos aparatos se solucionaría su problema de audición. Para pagar los aparatos tuvo que pedir un préstamo al banco de cuatro mil euros. La asociada no acababa de oír todo lo bien que pensaba al utilizar los dos aparatos. Cuando probó cada uno de los aparatos de forma independiente, se dio cuenta que uno de ellos no funcionaba y utilizándolo no oía prácticamente nada. Acudió a Irache desde donde se reclamó la restitución del aparato o, en su defecto, la devolución del dinero correspondiente. Desde el comercio cambiaron el audífono defectuoso por uno nuevo que, este sí, funcionaba a satisfacción de la consumidora y ahora le permite oír bien.