Marijose e Iñigo querían cerrar el balcón de su casa, para poder aprovecharlo en invierno también. Tras mirar varias opciones, se inclinaron por el que resultaba más económico, que les hizo un presupuesto de 1.700 euros. Ellos adelantaron 1.000 euros y se fueron al pueblo durante toda la semana, para que acabaran el trabajo.
A los dos días el responsable de la empresa les escribió un mail adjuntando un nuevo presupuesto por 2.400 euros. Le pidieron una explicación, pero les adujo una cuestión de materiales que no les convenció. Como no aceptaron el nuevo presupuesto, dijo que no seguía con el trabajo. Acudieron a su asociación de consumidores. Desde allí, se reclamó en virtud del presupuesto sí aceptado, que, o bien acabase el trabajo por los 1.700 euros acordados inicialmente o que devolviese los 1.000 euros entregados y dejase el balcón en el estado original. Finalmente, accedieron a concluir la reforma por 1.700 euros.