El 69% de los consumidores pide en los restaurantes que le envasen la comida restante para llevársela. Este porcentaje ha subido 13 puntos respecto al año pasado y sigue siendo una práctica mayoritaria.
El 17% no lo hace por falta de costumbre. Este concepto se ha reducido 6 puntos desde la última medición; a un 12% porque no le resulta cómodo -3 puntos menos- y un 2% no lo hace porque le da vergüenza -5 puntos menos-.
Los que más lo hacen, los jóvenes
Los más jóvenes son los que en mayor medida piden que les envasen la comida restante -lo hace un 83%-, una práctica que se reduce con la edad.
El hábito de llevarte la comida sobrante del restaurante a casa está creciendo notablemente en los últimos años. Sin duda, es un derecho del cliente, ya que ha pagado por toda la comida que se ha servido, la consuma en el establecimiento o no.
Práctica más sostenible y económica
Junto a ello, es una medida que evita el desperdicio de comida, permite un mayor aprovechamiento de los recursos naturales y colabora en un modo de consumo más sostenible con el medio ambiente.
Además, esta práctica favorece la economía personal o familiar al optimizar el gasto en la compra de alimentos.
Cada persona desperdicia 65 kilos de comida al año
Según los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se desperdician a escala global un 30% de los alimentos que se producen. En el caso de los hogares españoles, el desperdicio fue en el año 2022 de 1.170 millones de kilos o litros, unos 65,5 kilos o litros por adulto al año.
Algunas posibles prácticas
Por todo ello, desde Irache se anima a pedir la comida sobrante en los restaurantes y también a llevar a cabo prácticas cotidianas que reduzcan el desperdicio alimentario en sus hogares. Estas pueden ser algunas de ellas.
- Hacer una lista de compra con detenimiento y en función de las necesidades de comida. Al hacerla, tener en cuenta los ingredientes necesarios para elaborar los menús planteados.
- Elegir los productos con la fecha de caducidad en función de cuándo tengas previsto su consumo. Si todos cogemos los productos con la fecha de caducidad más lejana, también favorecemos el desperdicio en el lineal. Si los cogemos con fecha demasiado cercana sabiendo que no lo vamos a consumir, corremos el riesgo de que se deteriore en casa y termine en la basura.
- Leer detenidamente el etiquetado de los alimentos, las pautas de conservación y, por supuesto, las fechas de caducidad y consumo preferente. Preguntar cualquier duda en el establecimiento.
- Congelar aquellos alimentos que no vayamos a consumir. Si hay más cantidad de la que necesitamos, separar una parte en la nevera y otra en el congelador.
- Ordenar los productos por prioridad de consumo, es decir, disponer los productos en el frigorífico o en los armarios colocando los de consumo próximo más a la vista. Poner los más viejos al frente y los más nuevos detrás.
- No hagamos raciones demasiado grandes. Si sobra comida es preferible que sea en la cazuela y no en el plato. Así esas sobras podremos aprovecharlas.
- Pensar en recetas con productos que nos han sobrado.
- Adquirir envases que se ajustan al consumo de cada hogar.
- No dejarse guiar solo por la apariencia. Algunas frutas o verduras “feas” son de mayor calidad que otras muy “bonitas”.
- Si el desperdicio de alimentos es inevitable, separarlo convenientemente para depositarlo en el contenedor de materia orgánica o utilizarlo en otros puntos de compostaje.
Informarse sobre las prácticas de las empresas
Como hemos indicado, parte de la comida se pierde en los hogares, pero otra buena parte se desperdicia en las diferentes fases de producción, elaboración y comercialización de los alimentos. En este sentido, nunca está de más que el consumidor se informe sobre las prácticas de aprovechamiento alimentario que llevan a cabo los establecimientos alimentarios donde compra.