Una pareja adquirió un frigorífico valorado en 359 euros. Los asociados iban a pagarlo al contado, cuando el vendedor les ofreció la posibilidad de contratar una tarjeta del comercio que implicaba un descuento del 5%. La pareja accedió pero dejó muy claro al vendedor que querían pagar de una sola vez y sin intereses, a lo que el vendedor no puso ninguna objeción. Al mes siguiente le pasaron una cuota de 17 euros, por lo que contactó con el comercio, desde donde le dijeron que había habido una confusión y que le habían abierto una línea de crédito con cuotas mensuales. Para zanjar el asunto, los asociados se ofrecieron a pagar los 341 euros en un solo plazo. A pesar de efectuar el pago, le siguieron pasando las cuotas, que la pareja no pagó por lo que el gasto crecía debido a las devoluciones. Fue entonces cuando acudieron a Irache, desde donde se solicitó que se diese por concluido el pago del frigorífico y se anulase la tarjeta y la deuda, que superaba los cien euros, que se había ido generando, a lo que la financiera accedió.