Llamaron a la puerta de casa de O. Era una persona muy simpática que le explicó que quería ayudarla para que, al vivir sola, pagase menos de luz y de gas. O. le invitó a un refresco y, tras charlar un rato, firmó los papeles que él le dio: le dijo que era un mero trámite para que ella, en su situación, no pagase tanto.
Tras varios meses, O. vio que estaba gastando más en gas y luz de lo que pagaba antes y acudió a su asociación de consumidores. Allí le explicaron que había firmado un nuevo contrato de luz, en lugar del anterior, del que era titular su marido, ya difunto. Un asesor jurídico se dirigió a la compañía para solicitar la inmediata anulación del contrato por actuación irregular de la empresa, que no había facilitado a O. la información necesaria para que entendiese qué firmaba, amén de que el suministro de luz estaba a nombre del marido ya fallecido. La empresa devolvió a O. 547 euros, correspondientes a los recibos cobrados de forma incorrecta